"Habiéndome convertido en mi propio jefe, le supliqué -a la arquitectura- que se quitara de una vez su vestido de mármol, que se lavara la cara y que se mostrara como ella misma, desnuda como una diosa joven y grácil. Y como corresponde a una verdadera belleza, renunciara a ser agradable y complaciente."
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