Curioseando por Internet encontré un vídeo en Youtube en el que explicaban el funcionamiento de una impresora 3D capaz de construir viviendas en un solo día. Introduciendo los planos en formato digital, la máquina extruye hormigón trazando el recorrido indicado. Su principal aplicación es permitir un rápido realojamiento temporal para situaciones de emergencia, como podrían ser terremotos, inundaciones, guerras...
Si bien la arquitectura no deja de tener una componente artística, y el arquitecto ha de ser alguien con cierta sensibilidad hacia el comportamiento de la luz, el volumen, el color, la composición... La esencia de la arquitectura no es otra que dar cobijo, y mientras esta no se cumpla, las demás son secundarias.
El vídeo que os muestro me sugiere ideas contradictorias. Por un lado, es maravilloso, va a poder resolver más eficientemente que cualquier constructora el problema humano que deviene a una catástrofe natural. Y no sólo para catástrofes. También sería totalmente válido en países en vías de desarrollo y con altos niveles de pobreza, como India o China.
Por otro lado no puedo evitar ver a esa máquina con cierto recelo. Si hoy existe una máquina que "extruye viviendas", ¿qué ocurrirá en cincuenta años? ¿Habrá algún momento en el que la figura del arquitecto sea sustituida? ¿Acabará el mundo olvidándose de la faceta artística de la arquitectura en favor de la rapidez y eficacia del mundo moderno?
Hoy por hoy es un trabajo en equipo, conjunto. Esta máquina es una herramienta para momentos extremos, temporales. Y no deja de necesitar de alguien que elabore ese dibujo primigenio. En mi opinión, es nuestro deber determinar qué es lo más conveniente para cada situación: la ejecución rápida y limpia de fábrica, el artesano trabajo in situ o la alianza con las máquinas en favor de la eficacia y la cadena en serie. Trabajo en equipo en definitiva, de herramientas y artesanos.
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